miércoles, 21 de marzo de 2012

LA CADENITA MILAGROSA


Todas las mañanas cuando iba para el trabajo paraba en el kiosquito de Sofía, la mexicana, y le compraba dos tamalitos de maíz. Ella me los tenía bien envueltos y preparados. Junto a ella permanecía siempre su hijito Pedrito quien la ayudaba en todo el negocio de sustento para ambos.
Una mañana, Sofía, como era costumbre, me dio mis dos tamales y me dijo: -Pues, Señor mire, le tengo de regalo esta cadenita del Cristo que se la quiero poner y regalar por ser mi mejor cliente. Y decirle pues, que me tengo que ir de acá porque me multaron y me prohibieron vender mis tamales. ¡A decir verdad, ahora no sé cómo alimentaré a mi hijito!-. Así pasaron muchos años, y nunca más supe de Sofía y de Pedrito.
Una noche junto a dos amigos fuimos asaltados por cinco sujetos bien armados, que a golpes e insultos nos introdujeron dentro de un vehículo cerrado. Luego, nos bajaron en un callejón y nos sustrajeron todo lo que poseíamos de valor. Inmediatamente empezaron a cuchillar por el pecho a mis amigos hasta desangrarlos y provocarle la muerte. Cuando se disponían a matarme, me tiran abruptamente de la camisa y me abren el pecho apareciendo de súbito y colgando la cadenita del Cristo de Sofía.
En ese preciso momento en que me iban a introducir el afilado cuchillo, uno de los cincos sujetos grita: - ¡Alto no lo mates, este señor era amigo de mi madre...!

ROLANDO PERERA (EL POETA RARO)
Desde Miami, EEUU.

1 comentario:

Patricia N. Viollaz dijo...

MARAVILLOSO, EMOTIVO, UN HOMENAJE A TODOS LOS QUE SE GANAN LA VIDA HUMILDEMENTE, EN LAS CALLES, SUFRIENDO DESVENTURAS DE TODO TIPO...