martes, 27 de noviembre de 2007

El orgullo de ser bien querido

Visita al Museo Manoblanca

Uno de los lugares que reflejan la historia del tango con verdadero sentimiento es el Museo Manoblanca, que ha logrado a través de los años rescatar a personajes, acontecimientos, obras artísticas y, sobre todo, el legado y la memoria de Homero Manzi, principal inspirador en el origen de este establecimiento.

Hay lugares que respiran tango, como el Museo Manoblanca, que se levanta en la esquina de Centenera y Tabaré, en el corazón del barrio de Pompeya. Una visita a este sitio nos conduce a un mundo de cuadros, fotografías, documentos y antiguos objetos que hacen a la cultura de la ciudad de Buenos Aires.
Su fundador, Gregorio Plotnicki, devela la génesis de esta institución: "Yo quería hacer algo por el barrio, porque mi padre siempre me hablaba del agradecimiento a este país". El museo, antiguo hogar de los Plotnicki, pretende darle a quien lo visite "una imagen de lo que se vivió, cómo era la vida de las personas , de manera que no crean que viene de afuera", explica Gregorio.
Remitirse al nombre del museo es unir su esencia con la de Homero Manzi, poeta en la historia del dos por cuatro. "Manoblanca tal vez no sea el tango más difundido de Manzi, pero es el que habla de la esquina de Centenera y Tabaré porque él vivió en Pompeya y tenía una relación muy fluída con este lugar", cuenta Plotnicki. Así, la finalidad del museo es difundir el arte del reconocido cantor sin descartar a las tantas glorias de nuestra música, que también tienen un lugar en Manoblanca.
Cabe destacar que el museo perdura gracias al esfuerzo de su fundador y el apoyo de figuras como Ben Molar, entre otros. Sus paredes son tenaces divulgadoras de una época que no quiere ser olvidada sino que, por el contrario, pretende avanzar hacia el futuro como parte del patrimonio cultural del país.

IMAGEN

El museo Manoblanca tiene diversas particularidades, pero la primera de ellas se encuentra nada menos que en la fachada del lugar. Desde 1982, sus paredes exponen en una chapa de cinco por cuatro la letra del tanto "Manoblanca", de Homero Manzi y Antonio de Bassi. Aquello fue casi una provocación dado que el cartel fue diseñado sin tener permiso municipal. De todos modos, la consecuencia de esta acción no fue la esperada sanción, sino la sorpresa y admiración de la gente que pasaba por allí. Pero esto no fue suficiente y poco después llegó la idea de construir un mural con la imagen de Homero Manzi sobre la vereda. Y luego se planeó la colocación de un carrito de época contra la pared. De esta manera, la esquina Manoblanca se convirtió en una pintoresca antesala de las obras, documentos y objetos que el museo tiene reservado en su interior.

Patricia N. Viollaz
(Nota publicada en la edición Nº1 de la
Revista "A Puro Tango y Poesía")






1 comentario:

Arturo dijo...

Yo tengo la versión de Ángel Dágostino y Angelito Vargas. Una hermosura, una poesía de dulce amor.
Cualquiera que se haya enamorado una vez, habrá sentido lo mismo que el carrerito de la letra.
Saludos.
Arturo.