lunes, 26 de noviembre de 2007

Cortázar, con el corazón en Chivilcoy


"Querida Rosa: Nada más que dos líneas, pues ya estoy con un pie en el barco. Le agradezco muchísimo su felicitación y los buenos deseos. Y me acuerdo de lejos charlas en Chivilcoy, cuando los dos pensábamos en viajes. Hoy me toca a mí, pero mi gran deseo es que también llegue el día para usted. ¿Por qué no? San Juan es sólo un pedacito del mundo. El resto espera, y un día usted entrará en él. Con todo afecto, Julio Cortázar."


A cincuenta años de aquella última carta que el genial escritor le enviara a Rosa Varzilio, dueña de la pensión que lo hospedó en Chivilcoy durante cinco años, pareciera que su figura de muchacho aún deambulara por los alrededores de la Plaza España.

Para fortuna y orgullo de todos, Julio Cortázar llegó a Chivilcoy, previo paso por Bolívar, luego de abandonar la carrera de Filosofía y Letras en Buenos Aires. La necesidad de mantenerse económicamente lo alejó de la gran ciudad, y a los 25 años dictó su primera clase como maestro de bachillerato en la Escuela Normal de Chivilcoy donde enseñaba historia, geografía e intrucción pública.

Es, precisamente, en esta época cuando Cortázar escribe sus primeros cuentos. "Comprendí instintivamente que mis primeros cuentos no debían ser publicados. Tenía clara conciencia de un alto nivel literario y estaba dispuesto a alcanzarlo antes de publicar nada. Me ví madurar sin prisa." En efecto, aquellos fueron años de crecimiento y autodescubrimiento personal e intelectual para el joven escritor, mientras combinaba sus clases en la escuela con el aroma irresistible de un Chivilcoy fresco, saboreado en largas caminatas.

PRECISIONES CHIVILCOYANAS

En un brillante trabajo de investigación y recopilación de datos, el periodista y escritor chivilcoyano Gaspar Astarita revela en su libro Cortázar. Precisiones chivilcoyanas para su biografía, detalles obtenidos en base a cartas y testimonios de amigos del escritor. Allí, Astarita saca a la luz anécdotas y vivencias de Cortázar desde su llegada a la pensión Varzilio, en 1939, hasta su alejamiento en 1944, cuando aceptó una cátedra de Literatura Francesa en la Universidad de Cuyo. Acerca de aquellos años, puede decirse que fueron tiempos de preparación y maduración para lo que vendría: una magistral carrera literaria inaugurada con Bestiario, su primera novela, publicada en 1951.

Alrededor de esta obra se tejen algunos misterios relacionados con su lugar de gestación. Basta recordar, para ello, el interesante ensayo del periodista y escritor Jorge Lanata publicado en el diario Página 12 en julio de 1992. Allí, Lanata deja entrever la posibilidad de que Bestiario haya sido escrito durante el período que Cortázar vivió en Chivilcoy. Algo absolutamente factible si se tiene en cuenta que el escritor, al llegar a Cuyo, pidió a dos de sus amigos mendocinos que le pasaran a máquina el flamante trabajo. Sin embargo, Lanata no puede probar esta hipótesis. Por su parte, Gaspar Astarita descubrió, a raíz de su investigación, una carta en la que Cortázar, ya en Buenos Aires (1946), le dice a Rosa Varzilio: "Los versos que tan gentilmente me corrigió usted irán a la imprenta y posiblemente aparezcan a fin de año". Aunque Bestiario recién se publicó en 1951, las sospechas sobre un libro cortazariano originado en Chivilcoy esperan aún ser confirmadas como un valioso premio a la cultura de la ciudad.

De todos modos, muchos fueron los regalos que Cortázar brindó a Chivilcoy en forma de arte y maestría. Atinadamente, Astarita los revela en su libro: el primer texto chivilcoyano fue Esencia y misión del Maestro (1939), publicados en La Revista Argentina y editada por los alumnos de la escuela normal; luego, aparece en el diario socialista El Despertar el cuento Llama el teléfono, Delia (1941), y ya en 1944 se publica su poema Distraída en el primer número del volante de arte y literatura Oeste.

De igual manera, son destacables los deliciosos versos Plaza España, contigo, referidos a una de las más hermosas plazas de Chivilcoy. En ella, dicen, Cortázar se habría enamorado de Coca Martín. Pero también hubo lugar para el teatro, y a mediados de 1941 el escritor realizó una adaptación de El puñal de los troveros, de Belisario Roldán, que fue presentada en el cine Metropol en el Día del Estudiante con la actuación de la escuela normal.

Y siguen las obras. En junio de 1942, al reanudarse la peña chivilcoyana, Cortázar presentó la Página bibliográfica. Notas a una antología de la literatura fantástica. Y como si todo esto no fuera suficiente, también incursionó en el cine al colaborar con el guión de la película La sombra del pasado, de Ignacio Tankel, que fue filmada íntegramente en Chivilcoy aunque estrenada primero en Buenos Aires, en 1947.

EL ANILLO DE MONSEÑOR

A pesar de sus variadas actividades en la ciudad, Julio Cortázar dejó Chivilcoy en julio de 1944 a raíz de un incidente que no estaba dispuesto a tolerar. Así lo relataba a Mercedes Arias en una carta enviada a Bolívar en 1945: "Yo había sido el único profesor, entre veinticinco, que no besó el anillo de Monseñor." Este hallazgo de Gaspar Astarita confirma las causas que determinaron el alejamiento de Cortázar, luego de cinco años de residencia en Chivilcoy. El presbítero en cuestión era Anunciado Serafini, quien había ido de visita a la escuela normal. Por aquella actitud, el escritor fue acusado de tener poco fervor gubernista, y de ser comunista y ateo, calificaciones absurdas y canallescas, a decir del propio Cortázar. Por ello, el 4 de julio dictó su última clase y partió rumbo a la Universidad de Cuyo donde dio clases inolvidables sobre Arthur Rimbaud, Stephane Mallarmé y John Keats, su poeta preferido.

AYER, HOY Y SIEMPRE

Hoy, como ayer, la ciudad de Chivilcoy guarda el orgullo de saber, no sólo que uno de los máximos exponentes de las nuevas tendencias de la narrativa hispanoamericana haya vivido en su seno sino, y sobre todo, que esa misma figura emblemática no olvidara este pueblo a lo largo de sus viajes por el mundo. Así lo demuestran las cartas que, desde diferentes rincones, Cortázar enviara a sus amigos chivilcoyanos expresando el deseo de volver y el cariño hacia sus ex alumnos. Después de todo, algo bello debe haberle dejado Chivilcoy en su memoria: un gesto, un aroma, un amor o, tal como cuenta Domingo Zerpa, amigo y compañero de la pensión: "Yo lo conocí a Cortázar sin conocerlo, como quien mira sin ver. Fue en la pensión de la familia Varzilio. Ocupaba la cabecera de una mesa en la que almorzaban los empleados de una casa de comercio. Hay que imaginarse lo que era aquello: una exposición de voces raras dentro de una circunspecta locuacidad. A veces me pongo a pensar, livianamente desde luego, si ese famoso lenguaje de las narraciones cortazarianas no será originalmente chivilcoyano."

Patricia N. Viollaz

(Nota publicada en la edición Nº 5 de

la Revista Nuestra Gente, de Chivilcoy)



































































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